10 horas

 

Despertó sobresaltado. El cuarto le dio vueltas y se preparó para otro psicodélico amanecer. Eran pasadas las 5 a. m. y no había pegado el ojo en toda la noche. A ratos cabeceaba y soñaba con miles de globos volando encima de él. Estaba listo para ir a recoger sus cosas a casa del Batman desde ayer, pero el muy idiota no le contestó los mensajes hasta las 4 a. m. Antes de eso, a las 3 a. m. le pasó por la cabeza la idea de invocar al diablo mientras sus bocinas reproducían la misma estrofa una y otra vez: ‘Mega Mega White Thing’. 

Sus vecinos se habían quejado ya con el casero del tremendo ruido que emanaba del departamento 512 por las noches. Pero el que le rentaba simplemente no podía creer que ese enjuto chico con enormes ojos miel, cejas pobladas y barba de candado rompiera un plato. De todos modos, le había advertido que lo sacaría de ahí, de ser necesario, y él desmintió todo por supuesto. Eso de llamar a Satanás se le ocurrió cuando tuvo náuseas y sintió unas tremendas ganas de correr; hasta ver apariciones sería mejor que todo lo que estaba experimentando. ¿Y si iba a correr? ¿Y si se daba otro baño? No, pensó. Se le habían engarrotado las manos alrededor de las 2 a. m.cuando decidió abruptamente abrir la regadera porque estaba pegajoso de tanto sudar. Se quedó sintiendo el agua en sus palmas unos segundos o tal vez minutos hasta que despertó sobresaltado. Se había quedado de pie dormitando quién sabe cuánto tiempo, pero no pudo cerrar las llaves hasta que su temperatura en las extremidades volvió a la normalidad. Probablemente bañarse de nuevo le daría hipotermia, aunque eso no le importaba. Fue a checar si tenía un mensaje del Batman. Lo había dejado en la estación de siempre como a las 11 p. m., de 12 a 1 a.m. había ordenado tres hamburguesas con queso en un McDonald’s 24/7, que quedaba a dos calles de su casa. Orinó en la jardinera de su vecina mientras tarareaba ‘Oh lord, lord, lord would you please, Mmmmmm, remember me?’ de Blue boy. Al entrar, se puso a ver televisión entre 1:15 y 2 a. m., pero solo terminó en ese estado de siempre, donde no estaba dormido ni tampoco despierto, viendo comerciales de paga. El Batman le había dado sus cosas entre 9 y 10 p. m. en medio de una fuerte discusión. Le reclamó que no había sido tan rápido y que dudó por un momento antes de llevar a cabo lo planeado.

—Dame lo mío, Batman, y mañana hacemos cuentas—Pero su colega se dio la media vuelta enfurecido y se llevó todo.

Una hora antes habían ido por la dosis con el negro Johnny, quien vivía en un conjunto de condominios elegantes. Su casa siempre era una fiesta y cuando llegaron nerviosos por el duro díaque habían tenido, había una chica rubia con cabello trenzado que bailaba frenéticamente ‘I Feel Love’ de Donna Summer en el sofá. En sus cinco sentidos no estaba, pero su belleza, con o sin drogas, perduraría en la memoria de Robin. El Batman no la alcanzó a apreciar bien por su urgencia. Dejó a su camarada unos minutos en medio del bullicio y de los pobres incautos que disfrutaban de otro plano, uno que el hombre había creado para sobrellevar las miserias humanas. Tragaron, inhalaron, fumaron y fue entonces que Robin tuvo el coraje de empezar a bailar con ella hasta que el efecto se bajó y se dio cuenta de que estaba solo. El Batman estaba con la mirada perdida en un sillón y de pronto supo que tenía que salir de allí. Era raro no sentir cansancio después de la carrera que había echo; desde el restaurante de comida china hasta el Parque de las mariposas. Todo había ocurrido en un abrir y cerrar de ojos. El Batman y él lo habían planeado con tanto detalle durante la semana, luego de que le llamara a su casero para decirle que no tenía lo de la renta, pero ‘lo conseguiría’. Era mentira naturalmente. El dinero lo querían para otras cosas. A las 7 p. m. solía cerrar el señor Chong el establecimiento y desde 6:30 empezaban a correr a la gente, por eso 6:45 entraron armados con una 9mm Smith and Wesson y le gritaron que les diera el dinero, pero los chinos son muy tercos, así que El Batman disparó al aire y el cocinero terminó saliendo para ver qué pasaba, pero una bala pasó rozándole la cien, por lo que se agachó, mientras el chino sacó algo debajo de su mostrador. El Batman le gritó a Robin, quien, pasmado, accionó la pistola, pero se tardó y de pronto tenía una Ruger cal. 22 apuntándole. El Batman amenazaba al viejo chino con su Colt, pero era cuestión de segundos para que su vida de excesos cesara; sin embargo, quiso el destino que el cocinero se moviera, lo que distrajo al pobre chino y Robin apretó el gatillo antes que él. Salieron corriendo con el dinero en medio de la gente en direcciones opuestas; el Batman con una máscara de payaso y una bolsa repleta de billetes, Robin iba con un antifaz de Batman. Minutos después, sintió que sus tripas se le saldrían y perdió de vista a su colega. Llegó jadeando al Parque de las mariposas. Oía las sirenas a lo lejos y pensó que lo atraparían.A su izquierda vio como un globero tenía problema en sostener los cordones de los globos. 

Estaba a punto de cruzar, cuando un niñito se le acercó gritando ‘¡Mira mamá, Batman!’. Él reaccionó rápido y empezó a caminar, pero el pequeño se le había colgado de un brazo y por poco le hizo tirar el arma, que se guardó rápidamente dentro del pantalón. ¡Es Batman!, gritaba, aunque la mamá no aparecía por ningún lado. Intentó zafárselo en repetidas ocasiones, pero nada. Incluso, se dirigió hacia el globero pensando que lo ayudaría. El pobre hombre ni siquiera se dio cuenta de que ahí estaba; lidiaba con sus propios problemas porque ya se le habían escapado dos globos. No soy Batman, murmuró entre dientes, pero la criatura era terca como el chino, y de pronto le arañó una mano.Robin finalmente le dirigió una mirada exasperada. No tendría más de siete años el niño, quien le preguntó:

—¿Hace cuánto que no luchas contra el mal, Batman?— A un lado de ellos, el globero perdió la lucha contra el viento y todos los globos comenzaron a volar mientras el falso Batman y el niño miraban el cielo. Eran las 7 p. m. en punto y comenzaron a sonar las campanadas del templo de San Patricio.

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